El déficit fiscal no siempre es un freno al crecimiento
En el debate público argentino suele repetirse una hipótesis que, por su aparente simpleza, parece convincente: que el déficit fiscal es un obstáculo insalvable para el crecimiento de un país. Desde el equipo económico de Ethos Consultora creemos necesario matizar esa afirmación. La evidencia histórica y la literatura especializada muestran que el déficit, lejos de ser siempre un problema, puede convertirse en una herramienta de desarrollo cuando se lo orienta de manera estratégica.

John Maynard Keynes, en su Teoría General (1936), señaló que en contextos de recesión el Estado debe asumir un rol activo, expandiendo el gasto público incluso a costa de generar déficit. De este modo se sostiene la demanda agregada y se evita un círculo recesivo. La aplicación más clara de este enfoque se dio con el New Deal en Estados Unidos, que impulsó la recuperación tras la Gran Depresión.
Experiencias comparadas
La historia ofrece múltiples ejemplos donde el déficit fiscal no impidió el crecimiento, sino que lo acompañó:
No todos los déficits son iguales
Como señala Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, la clave está en distinguir entre un déficit improductivo, basado en gasto corriente sin impacto futuro, y un déficit productivo, que financia obras, educación, salud o innovación. Este último genera retornos que superan con creces el costo inicial.
Repensar la narrativa
En consecuencia, la discusión sobre el déficit no debería limitarse a la contabilidad fiscal. El verdadero interrogante es qué tipo de Estado queremos y cómo se orientan los recursos públicos. Países que lograron desarrollarse apostaron por déficits planificados y focalizados en inversión.
En Ethos Consultora sostenemos que el equilibrio fiscal es un objetivo importante, pero no debe convertirse en un dogma inmóvil. Lo central es analizar la calidad del gasto público y su capacidad para generar crecimiento sostenible, empleo de calidad y mejoras en la competitividad estructural de la economía.