Dólares para la Casta, Ajuste para la Gente de Bien

Al cumplirse los primeros noventa días del gobierno de Javier Milei, el panorama económico argentino parece escribir un nuevo capítulo en su ya compleja historia. En este giro, la balanza se inclina notablemente hacia el sector financiero, aquel estrato que tradicionalmente ha sabido navegar por encima de las turbulencias económicas, consolidándose como una fuerza influyente y, para muchos, la verdadera casta.
La política económica actual ha puesto a Argentina en un destacado segundo lugar en el ranking mundial de las tasas de interés más altas, superada únicamente por un país ficticio, Zinwague, y seguida por Venezuela. Este escenario resulta atractivo para los especuladores, cuya operativa lejos de contribuir al crecimiento país, se asemeja más a un saqueo de los recursos nacionales.
Desde el inicio de su mandato, el equipo económico de Milei implementó medidas que, aunque pudieran parecer distantes y técnicas a la población, impactan directamente en la estructura económica y social del país. La decisión de liberalizar aún más el mercado cambiario y ajustar las tasas de interés ha creado un ambiente propicio para la especulación financiera, prometiendo a los inversores rendimientos en dólares que eclipsan las opciones de inversión más seguras a nivel global.
A solo 48 horas de gobierno, el ministro de Economía fijó el precio del dólar más 2% mensual, con tasa internas nominal anual de 100%, en pesos. Hablamos de la posibilidad de ganar 8% mensual en dólares, lo cual equivale a que en un año, por cada dólar invertido se obtengan 2,5 dólares.
Entonces los que hicieron subir el dólar por medio de la sobre demanda para especular con el precio, ahora lo venden generando una sobre oferta y en consecuencia una disminución del precio, para invertir en instrumentos en pesos de corto plazo en pesos a tasas astronómicas, para volver a comprar dólar barato gracias a el garante de este modelo, el ministro de economía.
Este fenómeno no es solo un juego de cifras y porcentajes; tiene consecuencias reales y palpables. La estrategia actual, si bien beneficia a un selecto grupo capaz de capitalizar sobre estas fluctuaciones, carga sobre sus hombros un costo elevado que recae sobre los sectores productivos del país: la gente de bien.
Este fiesta, solo es posible con una mayor presión impositiva, deuda externa y depresión económica, para aquellos que, con su trabajo diario, sostienen la economía real. Se ven obligados a navegar en un mar de incertidumbres, donde las reglas parecen diseñadas para favorecer las maniobras de corto plazo en detrimento de la inversión a largo plazo y el desarrollo sostenible.
Este enfoque no es nuevo en la historia económica argentina, y los resultados fueron desastrosos. Mientras algunos celebran rendimientos extraordinarios, la mayoría se prepara o se debería preparar, para enfrentar las repercusiones de un modelo que parece olvidar a quienes producen, trabajan, y viven en Argentina.
El final del modelo es predecible, la vieron van haber hecho un saqueo de las reservas internacionales, mientras que el resto solo la verán cuando inexorablemente el gobierno no pueda seguir financiando a los especuladores a costa de la gente de bien y esto termine en una crisis económica.