La decisión de Fabián Martín y la reacción en redes: radiografía política de una candidatura testimonial
En el presente estudio realizado por Ethos Consultora, se analizaron los comentarios publicados en Facebook e Instagram en torno a la nota de Diario Móvil referente a la decisión del vicegobernador Fabián Martín de no asumir su banca en la Cámara de Diputados de la Nación. El trabajo combinó métricas cuantitativas (reacciones, volúmenes y proporciones de comentarios a favor y en contra) con una lectura cualitativa del clima de opinión y de las narrativas predominantes en cada red, tomando como base una publicación que en Facebook registró 765 reacciones, 465 comentarios y 28 compartidos, mientras que en Instagram alcanzó 989 “Me gusta” y 581 comentarios, con fecha de corte del 21 de noviembre de 2025 a las 10 hs.
A partir de este universo de interacciones, el estudio detecta una marcada polarización en torno a una candidatura testimonial, así como diferencias significativas entre los públicos de cada plataforma en la forma de procesar y expresar sus posiciones frente a la decisión política analizada. Además, se identifican indicios de posible intervención de cuentas automatizadas o “bots” en Instagram, especialmente en las primeras horas de circulación del contenido, lo que introduce un factor adicional a la hora de interpretar la autenticidad y el alcance del apoyo expresado en esa red.
En Facebook, el clima es predominantemente negativo. Del total de 465 comentarios relevados, el 29,3% se expresa a favor de la decisión, mientras que el 68,7% lo hace en contra y alrededor de un 2% corresponde a intervenciones neutras, irónicas o difíciles de clasificar.
Las conclusiones preliminares de este espacio indican una fuerte polarización del debate: para muchos usuarios, la decisión es percibida como una “estafa electoral” y se inserta en una crítica más amplia a las “candidaturas testimoniales”. Predomina una profunda desconfianza hacia la dirigencia política, con referencias reiteradas al voto, la gente y el pueblo, y un tono de frustración sintetizado en frases como “para qué votamos” o “no respetan al votante”. Quienes defienden la decisión lo hacen desde una lógica de “proyecto local”, valorando que Martín se quede para sostener acuerdos y garantizar gobernabilidad en San Juan. En síntesis, Facebook funciona como una caja de resonancia de la bronca, donde el apoyo al oficialismo existe, pero queda numéricamente relegado.
En Instagram, el panorama es casi el inverso al de Facebook. Del total de 581 comentarios relevados, el 64,2% se expresa a favor de la decisión, el 31,1% en contra y alrededor de un 4,7% se ubica en posiciones neutras u otras categorías.
Las conclusiones preliminares señalan un mayor apoyo en Instagram, donde predominan los mensajes favorables a que Martín se quede en San Juan, muchos de ellos con tono celebratorio y consignas positivas. Sin embargo, incluso en este entorno más favorable persiste la desconfianza: se repiten frases como “otra mentira política” o “para qué votamos”, lo que demuestra que la sospecha hacia la clase política también atraviesa a los usuarios de esta red. El respaldo se organiza en torno a una idea fuerza: Martín es útil en San Juan y su permanencia es “estratégica” tanto para la Cámara de Diputados provincial como para la gobernabilidad del gobernador Marcelo Orrego. En este sentido, Instagram aparece como un espacio más alineado con la narrativa oficialista, aunque no está blindado frente a la crítica de fondo sobre la representatividad y la transparencia de las decisiones políticas.
Al integrar ambas plataformas, el universo total de comentarios analizados asciende a 1.046 intervenciones. Proyectando los porcentajes de cada red sobre ese total, se observa que aproximadamente el 48,7% de los comentarios se expresa a favor de la decisión, el 47,8% lo hace en contra y cerca de un 3,5% corresponde a intervenciones neutras u otros matices.
Cuando se observa el ecosistema completo, el clima general queda en un práctico empate técnico entre apoyos y rechazos, con una ligerísima ventaja a favor de la decisión de Martín sostenida principalmente por el predominio favorable de Instagram. En términos políticos, esto se traduce en un dato clave: la decisión no es hegemónicamente rechazada ni claramente aclamada; es discutida y polarizante, y la legitimidad de la jugada testimonial queda severamente cuestionada por casi la mitad de quienes comentan, aun cuando la otra mitad la respalda o, al menos, la acepta.
Aunque no se utilizaron datos sociodemográficos directos, la experiencia comparada y los patrones de uso permiten inferir rasgos distintos en los públicos de cada red. Facebook tiende a concentrar usuarios de mayor edad promedio, con un voto más politizado, memoria de elecciones anteriores y una trayectoria de desencantos acumulados. En ese espacio aparece una mayor tendencia a argumentar extensamente, a discutir en detalle y a apelar a categorías como “pueblo”, “estafa” o “respeto al voto”, lo que se traduce en comentarios más largos y cargados de contenido político explícito.
Instagram, en cambio, suele agrupar usuarios más jóvenes o con un consumo político filtrado por la estética, la cercanía y la empatía con determinadas figuras. Allí se observa una mayor predisposición a reaccionar en clave afectiva (con expresiones como “te banco”, “gracias por quedarte” y el uso intensivo de emojis) más que a desarrollar argumentos extensos. Además, el formato visual y la dinámica de la plataforma favorecen un entramado donde cuentas afines al oficialismo pueden tener más margen para marcar agenda mediante consignas breves y piezas gráficas o audiovisuales. Al cruzar ambos mundos, el oficialismo encuentra en Instagram un entorno más amigable para sostener la narrativa de “Fabián se queda por San Juan”, mientras que en Facebook enfrenta el costo reputacional de la candidatura testimonial y la crítica más estructural a la clase política.
Es destacable como varios usuarios señalan en los comentarios la presencia de cuentas genéricas o de baja actividad que apoyan de manera muy enfática la decisión.
El patrón que describen comienza con una ola inicial de apoyo casi uniforme, en la que aparecen numerosos comentarios positivos, muchas veces con frases muy similares o directamente repetitivas, emitidos desde perfiles con poca foto personal, escasos seguidores y una actividad previa limitada.
En una segunda etapa se observa un reequilibrio del debate: a medida que se suma el público orgánico, la proporción de apoyos se modera y empiezan a aparecer críticas, dudas y argumentaciones más largas. El hilo deja entonces de ser un coro unidireccional y se convierte en un ida y vuelta más genuino entre posiciones diversas.
Desde un punto de vista analítico, este comportamiento permite plantear algunas hipótesis. Por un lado, un posible intento de “marcar cancha” al inicio: inyectar rápidamente mensajes positivos para construir la sensación de apoyo mayoritario y, de ese modo, desalentar o aislar la crítica. Por otro, un efecto boomerang moderado: aunque el refuerzo digital pueda mejorar la “foto” inicial, no consigue apagar el conflicto de fondo, que reaparece apenas los usuarios reales se apropian del espacio y comienzan a discutir en sus propios términos.
No es objeto de este análisis, probar de manera categórica la existencia de bots coordinados, pero el patrón de cuentas genéricas, llegada temprana y mensajes muy similares coincide con prácticas habituales de amplificación digital.
En términos políticos, esto introduce una sombra sobre la autenticidad del apoyo expresado en Instagram y alimenta aún más la desconfianza de los sectores críticos hacia la transparencia del debate público en redes.
Más allá del caso puntual de Fabián Martín, la reacción en redes confirma un dato de fondo: las candidaturas testimoniales se han convertido en una herramienta cada vez más costosa en términos de legitimidad democrática. Cuando un dirigente se postula para un cargo que no piensa ejercer, o cuyo ejercicio queda supeditado a pactos posteriores, una parte del electorado siente que su voto fue utilizado como un instrumento táctico y no como un mandato genuino. De allí surgen frases como “para qué votamos” o “juegan con la gente”, que expresan la erosión de la confianza en el voto y en el sistema de representación.
Este tipo de prácticas también refuerza la idea de “casta” o élite política cerrada. La percepción de que los cargos se negocian entre pocos, al margen de la voluntad popular, alimenta narrativas antipolíticas y favorece la aparición de outsiders, incluso cuando estos no ofrecen soluciones consistentes. El caso contribuye a consolidar la sensación de que “siempre hacen lo mismo”. Al mismo tiempo, se instala una tensión estructural entre gobernabilidad y representatividad: desde la lógica oficialista, la permanencia de Martín en la Vicegobernación se justifica en términos de estabilidad y construcción de acuerdos en la Legislatura provincial, pero una porción importante de la ciudadanía no compra ese argumento y ve la jugada como un atajo para captar votos nacionales sin resignar poder local. Esa tensión entre “gobernar bien” y “respetar lo votado” es el núcleo del conflicto simbólico.
El impacto de esta estrategia no es uniforme: varía según el perfil del votante. Quienes valoran la continuidad del proyecto local pueden aceptar la jugada como un “mal menor necesario”, en función de la estabilidad institucional y la defensa de la agenda provincial. En cambio, quienes priorizan la transparencia institucional la interpretan como una línea roja que confirma que “todos hacen lo mismo”, profundizando su distancia con la política tradicional y su predisposición a castigar este tipo de maniobras.
Desde el análisis político, el caso de la candidatura testimonial de Fabián Martín muestra con claridad que la táctica puede cerrar bien hacia adentro del sistema político (asegurando gobernabilidad, control de la Legislatura y continuidad de acuerdos), pero hacia afuera deja una huella profunda de desconfianza que se expresa con distinta intensidad según la red social y el segmento de usuarios. En el corto plazo, el oficialismo puede capitalizar el apoyo en sectores más cercanos y presentar la decisión como un gesto “a favor de San Juan”. Sin embargo, en el mediano plazo, la contribuye a un clima de fatiga cívica, donde el ciudadano siente que el sistema electoral se convierte en un tablero de maniobras antes que en un mecanismo de representación. En términos estratégicos, se debe asumir que paga un costo simbólico creciente en credibilidad, especialmente entre los votantes que ya miran la política con desconfianza estructural.
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