Los Indicadores que Milei No Ve

La economía bajo el gobierno de Milei muestra signos preocupantes de inestabilidad y retroceso en varios frentes clave. La marcada devaluación del tipo de cambio oficial, que casi se ha triplicado, refleja una pérdida de confianza en la moneda nacional y sugiere presiones inflacionarias que podrían estar enraizadas en políticas monetarias expansivas o respuestas a shocks externos.
El incremento en el riesgo país, aunque marginal, es un indicativo de que los inversores ven un mayor peligro en los activos argentinos, lo que podría traducirse en un costo más elevado para el financiamiento externo. Esto, combinado con una caída de casi el 26% en el rendimiento real de plazo fijo, pinta un panorama sombrío para el ahorro y la inversión.
La contracción en el consumo interno, reflejada en la disminución de la compra de cemento y la caída en las ventas minoristas y en farmacias, sugiere una disminución del poder adquisitivo y del nivel de actividad económica. La escalada del precio de la nafta en estaciones YPF CABA es un ejemplo más de la inflación rampante, que ha acumulado un alza del 51,4%, una cifra alarmante que erosiona aún más los ingresos reales.
La caída del salario real de trabajadores del sector privado registrado, junto con la disminución en la cantidad de boletos de colectivo que puede comprar un salario mínimo, es un reflejo directo de la disminución del poder adquisitivo y del estándar de vida de la población. Además, la caída en la cantidad de turistas podría señalar problemas en el sector de servicios y una posible repercusión en la balanza de pagos.
Si no se implementan medidas correctivas, los indicadores sugieren un crash fruto de la inflación y devaluación que podría llevar a una crisis de confianza en la economía. Esto puede resultar en un ciclo de hiperinflación, si no se controla, reduciendo aún más el poder adquisitivo y potencialmente desencadenando una crisis social.
El gobierno podría verse obligado a adoptar medidas de mayor ajuste o buscar asistencia financiera internacional y posiblemente termine con el incumplimiento de los compromisos de deuda. También es posible que se intensifiquen las presiones para implementar genuinas reformas estructurales en busca de una mayor estabilidad y previsibilidad económica, lejos del popurrí contenido en la ley obmibus y el DNU.
A largo plazo, el país podría enfrentar un éxodo de capital humano y financiero, profundizando los desafíos económicos y limitando las oportunidades de crecimiento.
Los desafiantes indicadores económicos bajo el gobierno de Milei anticipan un periodo turbulento en la política argentina, marcado por un posible aumento del descontento social debido a la alta inflación y la reducción del poder adquisitivo. Tales condiciones económicas podrían minar el apoyo popular y la estabilidad de su gobierno, fortaleciendo a la oposición y exacerbando la polarización política. La disminución de la confianza de los inversores, reflejada en el aumento del riesgo país y la devaluación monetaria, podría afectar negativamente la inversión y el crecimiento, lo que a su vez podría tener repercusiones en la posición internacional de Argentina y su capacidad para negociar en el escenario mundial.